CRÓNICA DE JOTA:
¡Cabra coja no quiere siesta!, con un calor de mil demonios ¡y la Paquita dándonos manguerazo!
Cuaderno de bitácora:
Con un calor de mil demonios, nos dispusimos a afrontar otra de las ansiadas rutas, ésta vez por las Lagunas de Ruidera. Hace dos días ya se hizo una leve incursión por parte de un servidor y Pedro “+qkf” y se podría haber vaticinado lo ocurrido en el día de ayer.
Salimos del “+qkf” alrededor de las 5:15 horas, después de haber partido un tornillo, metido presión en una horquilla y maniatado las burras de tal manera que no se moviesen. Debemos agradecer el máster en nudo marinero del señor Alberto, no fueron en vano tus estudios (ni tampoco la mili).
Durante la ruta en coche; que si os dopáis y yo no lo sabía, que si hidratos de carbono, que si geles, que si sales, que si glucosa; el señor Nueda flipaba con todo y ha descubierto un nuevo mundo, el de la dieta y preparación muscular a base de sales y glucosa ¡madre mía! Su mujer también lo flipará.
Una vez llegamos a nuestro destino, y después de haber hecho un pequeño quiebro cual Fernando Alonso en la Ossa de Montiel por parte de “Pedro Alguersuari”, bajamos las burras y comenzamos el calentamiento. Fue en éste preciso instante de comienzo y estreno de track, cuando el señor “pa,pa,pa” tuvo el honor de abrir ruta alternativa, primero con su cuerpo y después con la bici, si es que lo normal es ir sin prisas en estos casos, pero Alberto se empeña, se empeña y pasa lo que pasa ¡ansias vivas!.
Los primeros kilómetros se hacen muy llevaderos, rodeando las lagunas y aprovechando el poco fresquito que vamos a poder disfrutar durante la tarde. “Al contao”, después de cinco kilómetros llegó la primera cuestecilla, llevadera y de mucho “pa,pa,pa,pa”.
Una vez reunido otra vez el “Comando Cobra” y “Comando Pantera”, llegamos por fin a la temida subida por el que escribe y por Pedro (el admirador de gemelos), no podía ni con mi alma, únicamente pensaba: “voy a acabarme el agua y verás lo que pasa, me tendré que hidratar con otros líquidos”, pero continúo pese a todo y al final llega la recompensa, arriba estaban esperando los máquinas, ansiosos por bajar la primera trialera.
La bajada fue una pasada, nos gustó mucho a todos, aunque en algún momento se tuvo que echar mano del derrape y tuvimos que aspirar polvo, sobre todo los que íbamos en la retaguardia.
Ya a partir del kilómetro 7 seguimos por carretera pudiendo respirar durante un momento, y la verdad es que se agradece. En el instante en el que salimos de la carretera pudimos disfrutar de una de las cascadas y lago natural más bonitos que he visto en las lagunas, daban ganas de bañarse en pelota picada, pero no podíamos retrasarnos.
Llegamos al kilómetro 8 aproximadamente y recibimos otra vez la humedad de las lagunas y de la sombra de los árboles, sube y baja de senderos suaves y placenteros.
¡Llegamos al kilómetro 9 y medio! y comenzamos ya directamente la subida más dura del día, tierra suelta, piedras y una pendiente según el Google Earth del 10% de media y con picos del 14%. La verdad es que creo que todos la disfrutamos mucho, aunque el calor hizo mella y se hubiese podido afrontar con más ganas y fuerzas de haber sido por la mañana.
Una vez llegamos a coronar la cumbre y ya en la cruz de madera, hicimos una sesión fotográfica de auténticos profesionales; que si me pongo aquí, que si no salgo con el perfil adecuado, que si Emilio se acuesta “pa” encarar la máquina, que si cuidado con resbalar con las calas, es decir, como bien diría Manolo: ¡estamos tos de acuerdo siempre! ¡a nuestra bola cada uno! ¡pero sin discutir! Jejejejejejje.
Decididos a continuar, bajamos una trialera que formaba parte de la carrera de la Ossa, perteneciente al circuito de Albacete. Una vez finalizada, nos encontramos cansados y sin agua. De pronto, aparece un chalet con una señora maravillosa, ojos azules preciosos y diciéndonos que estábamos locos por haber bajado por esa ladera de la montaña. Más tarde, y tras intercambiar conversación, amablemente le pedimos agua y con sumo gusto nos la proporciona. Nos mojamos los pescuezos, rellenamos bidones (secos que estaban ya) y las mochilas de hidratación (por cierto, alguien aprendió ya a chupar de la “pepitilla”) y ya continuamos en ruta.
Como colofón final, decidimos que estábamos hasta el gorro de pedalear y que hacíamos una subida más y nos echábamos unas frescas. Cumplióse todo, no sin antes pasar por un rio con puente hecho en el Pleistoceno Superior, con palés clavaos a maderos. De postre garrapatas en los brazos gracias a nuestras queridas amigas “las tobas”, menos mal que encontramos a dos bikers de la peña de Oscar Sevilla que nos indicaron un camino con menos entresijos.
Una vez nos despedimos de nuestros amigos, decidimos volver ya al coche, pero como viene siendo habitual, antes nos perdemos por quintuplésima vez.
¿Pensaban ustedes que ya estaba todo?… ¡no se vayan todavía, aún hay más! Justo cuando habíamos decidido por qué camino tirar después de sopesar “multitud de posibilidades” (por lo menos dos…) Emilio, en un tirón de riñones, con todo su poderío volcado en la bici,… ¡cracks!, cadena partida (ahora si que volvemos a las 11 de la noche, jejejej).
Operación de auténtico cirujano la de Antonio Casas, con la ayuda del anestesista Manolo y con la atenta mirada de todos los demás, aportando ideas, opinando, es decir, tocándoles un poco los cataplines a los verdaderos artistas del herraje.
Para finalizar, volvemos a una media cercana a los 40 km/h durante el trayecto de carretera, y llegamos al parking, con fin de fiesta bastante regado por dentro y por fuera, con un Casas que quitaba el hipo con su traje de baño años 40, y varias calabazas a la espalda.
¡Ah, se me olvidaba! También hubo carencia de otros líquidos, no solamente los de hidratación, la regleta del gasoil que marcó la reserva e hicimos kilómetros con índice de productividad y eficiencia óptimo, de matrícula de honor.
Un saludo a todos los valientes, y que la cabra siga haciendo de las suyas, jejejejeje.